Al sur del mundo viaje, en busca de cielos rosas y bebidas espirituosas que degustar y que compartir.

Mi viaje comenzó como cualquier otro, siguiendo un camino, por una larga y estrecha tierra, llamada Chile, protegida por un Dios cubierto de nieve al que  los mortales le llaman "Andes", quizá es por ello que aquí encontre una región donde unos cuantos han liberado su mente de prejucios, y le han devuelto al vino la pasión y entrega que necesita.

Permitanme contarles un poco de historia, fue en el siglo XVI que guiados por los placeres que provoca el vino, y una supuesta necesidad religiosas, los españoles trajeron dos variedades que fueron poco valoradas, por su fuerza de crecer casi en cualquier parte, a pesar de las malas condiciones climaticas, estas uvas son la País y la Carignan o Cariñera.

Durante los siguientes siglos se les considero uvas poco "finas", que solo servían para hacer vinos "baratos", ¡ah! pero que sería de los mortales sin su capacidad de reconocer los errores, aprender de ellos y revindicarse, y  justo eso paso con este par de variedades. Unas cuantas justas y valientes personas se dieron a la tarea de re descubrir la variedad País y Carignan, elaboran un plan (inconcientemente influenciados por mí, ¡ya me tenian aburrido con sus variedades francesas!), este maravilloso plan, me llevo a viajar este remoto lugar, llamado Valle del Maule, ahí comence a buscar a nuevas experiencias, justo ahí comence mi viaje como cualquier otro, siguiendo un camino, uno de lleno de parras, de cielos rojos, de personas apasionadas, de buenos vinos, de buenos amigos y de historias que compartir.

Aquel camino protegido por los dioses, que los mortales simplemente llaman "Cordillera"

Los cielos rosas no se hicieron esperar, en mi caminar

De pronto encontré aquello que en este mundo mortal solo llaman "viñedo"