El Tepache, un sobreviviente a través de los años.
Después de mi maravillosa experiencia con el
pulque, decido quedarme y conocer mucho más de la gastronomía, cultura e
historia del pueblo mexicano. Al día siguiente, despierto y me doy cuenta que
mi noche anterior con el pulque además de inolvidables recuerdos, sabores y
relatos únicos, también me dejo algunas cicatrices de la batalla misma como lo
son un intermitente dolor de cabeza y una sed insaciable. Por lo cual, sin
dudarlo dos veces, busco como aliviar estas sensaciones.
Salgo a las calles de la ciudad de México, que
son un mar de gente, de colores, olores, sabores, sensaciones y experiencias que
empalagan todos tus sentidos. Me detengo en un puesto de frutas atraído por un
olor dulce, colores llamativos y una salivación que se produce en mi boca al
ver esa gran variedad de sabores otorgados por la gran cantidad de frutas
disponibles en ese pequeño puesto en medio de una gran avenida. Para aquellos que
no saben a qué me refiero, en México existe una gran variedad de frutas típicas
y autóctonas de esta tierra y otras tantas que han sido introducidas desde épocas
antiguas, pero que ya son producidas como si fueran propias de esta región, esta
gran disponibilidad de frutos proporciona a pequeños comerciantes de su principal
materia prima. Utilizan a estas frutas como su recurso primordial para ofertar
un producto maravilloso que satisface necesidades básicas como el hambre, sed,
antojo, placer, etc. Les dejare un poco más claro a que me refiero, el
principio básico de este antojito mexicano es muy simple, fruta picada puesta
en un vaso o recipiente, a la cual se le agrega limón, sal y chile al gusto.
Pero la maravillosa combinación casi mágica de sabores y texturas que se
entrelazan en el paladar es lo que hace que esta “botana” como la llaman los
mexicanos sea tan valorada, apreciada y demandada entre la gente de este país.
Solo les puedo decir que tienen que probarla parar lograr explorar esas
sensaciones de acidez, dulzor, sal, picor etc, todas jugando con tus sentidos,
tu lengua y tu paladar.
Al creador de la increíble botana que degusto,
le pregunto que donde podría conseguir una bebida que calme mi sed, alivie mi
jaqueca y maraville mi paladar. Le comento que estoy en busca de alguna bebida típica
mexicana, olvidada, menospreciada, poco conocida, incomprendida o que
simplemente necesita ser conocida a nivel mundial. Su respuesta es casi instantánea
y en forma de pregunta me comente, ¿Ya probaste el tepache?, te recomiendo que
vayas al tianguis que se pone aquí a dos cuadras y te tomes todo un litro de
esta bebida. ¿Tepache? ¿Qué será esa bebida? ¿Cómo se elaborará? ¿Qué contendrá
y como sabrá?, preguntas que sin duda alguna responderé. Así que sin pensarlo
dos veces me dirijo a este lugar que llaman tianguis para probar el tepache. Para
aclarar, el tianguis es un tipo de mercado al aire libre donde se venden,
degustan y conocen un sinfín de productos de todo tipo, desde comida fresca,
platillos típicos ya preparados, así como herramientas de construcción, electrodomésticos,
ropa y muchas cosas más, el recorrer todos los puestos de un tianguis y
empaparse de esta cultura es una experiencia que sin duda todos los que visitan
a México deben hacer por lo menos una vez en la vida.
Ya en el tianguis busco mi tepache, veo que al
igual que en el puesto de frutas un gran número de persona se reúnen alrededor
de un pequeño puesto (un carrito), donde un señor despacha vasos de todos
tamaños de una bebida de un color dorado, con una pequeña espuma y un olor
dulce bastante atrayente. Pido mi tepache de litro, mientras me lo sirven
observo a una dama que lleva sus manos cargadas con productos del mismo
tianguis y pienso, esta señora debe saber de comida mexicana y de sabores de
esta tierra, por lo que sin mejor referencia y sin temor a equivocarme, le
pregunto a esta amable mujer ¿Qué es el tepache?, ¿Cómo se elabora y que
contiene? ¿a qué sabe?, La señora con una amable sonrisa y un tono de voz
bastante agradable, me responde, “pruébala y conócela por ti mismo y mientras
te platico”. Le doy un sorbo a mi tepache y no sé cómo describir la sensación que
corrió por mi cuerpo a través de todos mis sentidos. Es una bebida refrescante,
dulce pero no empalagosa, con un leve grado alcohólico, en la cual se siente la
fruta, su pulpa y su fibra, es de ese tipo de bebidas que, sin importar la
cantidad servida, te quieres tomar toda de un solo trago. La señora me pregunta
¿Qué te pareció?, quedo sin palabras y solo respondo ¡increíble! Con una breve
carcajada esta señora se dispone a contarme más del tepache. Me dice que es una
bebida prehispánica, que se elaboraba por los indígenas antes de la colonización
y que actualmente es vendida en prácticamente en todos los estados de México,
en sus calles, en sus mercados, tianguis, restaurantes, puestos de comida,
tepacherías tradicionales y en todos aquellos lugares que alguna persona esté
en busca de saciar su sed y refrescarse.
Continuando con su relato este sabia y conocedora
mujer me cuenta que existen varias versiones sobre el origen de la palabra tepache,
algunos dicen que proviene del náhuatl “Tepatli”, que significa bebida de maíz;
otros afirman que proviene de la palabra náhuatl “tepachoa” que significa “moler
o prensar con una piedra, o molido” -martajado- y que por ello significa “bebida
de maíz martajado”; de la misma forma algunos historiadores aseguran que
proviene de la palabra ópata “Tepatzi” que significaría “lugar de mujeres
bellas” ( sin duda alguna México es una tierra donde nacen mujeres de una
inigualable belleza).
Pero
escuchando a esta experta señora en gastronomía mexicana me queda la duda de que,
si la bebida que estoy tomando está hecha de maíz, por lo que cuestiono su información.
Mi duda queda aclarada al instante y me comenta que antiguamente el tepache se hacía
a base de maíz, pero que actualmente en la mayoría del país está hecha de piña
y de otros frutos como la guayaba, manzana, naranja y tuna. Aun así, me comenta
que en algunas comunidades indígenas el tepache aún se elabora a base de maíz, por
ejemplo en el norte de México en la sierra de Chihuahua, se le conoce a esta
bebida como “Tesgüino” por los Raramuris o Tarahumaras y que es un trago
infaltable en sus celebraciones y ritos religiosos, mientras que en el sur del
país en el estado de Tabasco recibe el nombre de “Pozol” y es reconocido por
sus propiedades medicinales. Por otro lado, en estados como Jalisco y entre la población
no indígena recibe el nombre de “Tejino” o “Tejuino” y se caracteriza por proceder
de granos de maíz germinados y se condimenta con frutos secos como bayas de
madroño, sorgo o frutas frescas como duraznos o el jugo de pencas de maguey,
adicionalmente para tomarlo se acompaña de sal y nieve o jugo de limón. Sin
duda alguna esta es una gran bebida, con enorme versatilidad y una evolución increíble
a través de la historia de su país de origen.
Pero quiero saber cómo se elabora esta bebida y
mi catedrática me lo aclara. Para la elaboración del tepache se requieren
alrededor de cuatro días: en los dos primeros se dejan reposar trozos de pulpa
y cascara de piña en una olla de barro con clavos de olor y canela, después se
le agrega una mezcla de cebada y piloncillo, previamente hervidos, los cuales
se dejan fermentar otros dos días. Dependiendo de lo azucarada de la mezcla, si
se deja fermentar más días, se obtiene una bebida con mayor nivel alcohólico,
pero también con mayor amargura y acidez en su gusto.
Este relato y esta bebida me maravillan, me
curan mis males, me refresca, me revitaliza, sacia mi sed y explota mis
sentidos.
El tepache es una bebida si bien muy conocida y
consumida en México, desconocida para el resto del mundo. Es un secreto el
pueblo mexicano que merece ser conocido y sobre todo probado en cada rincón de
este planeta. Me quedo con una satisfacción increíble, de haber conocido una
bebida que sin duda alguna estará en mi lista de tragos predilectos para el día
siguiente después de una buena fiesta del dios Bacco. Me queda el antojo de
seguir probando y conociendo bebidas y platillos de este país, quiero seguir
degustando de la gastronomía mexicana.
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